Presentación.

Las múltiples voluntades que en un momento determinado se expresan mediante votos forman parte de un complejo proceso político regulado jurídicamente y que tiene como fin establecer con claridad el o los triunfadores de la contienda, para conformar los poderes políticos de una nación.

El Derecho Electoral tiene por objeto establecer las condiciones jurídicas del derecho de participación política de los ciudadanos, tanto en su vertiente activa del derecho a participar mediante la emisión del sufragio como en su vertiente pasiva del derecho a acceder, mediante la elección popular, al ejercicio de cargos públicos.

Alcances.

Dentro del Derecho Electoral sobresale, como pieza esencial, el sufragio, de tal manera que esta rama del derecho está encaminada a garantizar la efectividad de éste tanto en su titularidad y ejercicio como en sus fines y resultados.

Las características que han de acompañar al derecho de sufragio para identificarlo con la democracia son las correspondientes garantías de la veracidad del sufragio, esto es, del no falseamiento de sus resultados; una administración electoral independiente del poder ejecutivo, neutral, transparente y bien dotada técnicamente; un sistema de recursos jurisdiccionales que aseguren el control de las infracciones o errores que pudieran cometerse en el proceso electoral.

El análisis de los sistemas electorales, también materia de estudio de la presente asignatura, es, en rigor de verdad, un tema que ha despertado y seguirá despertando la atención de los políticos, los estudiosos de las ciencias políticas y el derecho, ya que los efectos de los diferentes procedimientos de cálculo, la influencia del tamaño de distrito electoral, la distribución geográfica de las bancas y –sobre todo- las consecuencias políticas de la representación mayoritaria y proporcional, están sometidos a un debate continuo y recurrente.

El sistema electoral forma parte, es uno de los elementos del Derecho Electoral. La diferencia entre uno y otro concepto ha sido claramente señalada por autores como Dieter NOHLEN, quien distingue entre los conceptos de “sistema electoral” y “derecho electoral”, definiendo a este último como “las determinaciones jurídico-positivas y consuetudinarias que regulan la elección de representantes o de personas para los cargos públicos, o sea el conjunto de normas jurídicas que regulan la elección de órganos”. Para este autor, el sistema electoral es un concepto más restringido al que define como “el proceso técnico para la determinación de los representantes que ejercerán los cargos públicos, al que agrega la regulación de las candidaturas y la distribución de las circunscripciones” .

Para nosotros, sistema electoral es el conjunto de reglas, medios y procedimientos, mediante los cuales a través del voto ciudadano, la voluntad del pueblo se transforma en órganos de gobierno o de representación política. Por su lado, derecho electoral es el conjunto de normas reguladoras de la titularidad y del ejercicio del derecho al sufragio activo y pasivo; de la organización de la elección; del sistema electoral; de las instituciones y organismos que tienen a su cargo el desarrollo del proceso electoral y del control y la regularidad de ese proceso y la veracidad de sus resultados.

Los partidos políticos constituyen otra pieza importante dentro de la materia electoral. Definidos como una agrupación de hombres unidos y organizados bajo una determinada estructura, que busca acceder al poder con programas y propuestas para gobernar, concebidos bajo la doctrina política que profesan, los partidos políticos son un importante instrumento de participación y actuación ciudadana .

Para la mayoría de los autores, cuando se afirma que la democracia no puede realizarse sin la intermediación de los partidos, se hace referencia al sistema partidista como sistema de agregación y de canalización del voto. Consideran que sin ellos los electores se expresarían en el vacío y caerían en un caos de una multitud de fragmentos, al faltarles el marco de referencia y de alternativas propuestas por los partidos .

También es cierto, como lo expresa Sartori, que si los partidos son necesarios, la necesidad no los redime de sus pecados. Es verdad, expresa, que “ la intermediación de los partidos se transforma, con frecuencia, en un diafragma o incluso en una imposición partidocrática”

El desafío, entonces, es combatir las deformaciones y excesos que se cometen sin que ello signifique abogar por su desaparición.

El reconocimiento de la función "mediadora-electoral" de los partidos se encuentra, por lo demás y, sin excepción alguna, en la legislación electoral o de partidos de todos los países democráticos. La democracia de nuestro tiempo es una democracia de partidos políticos y difícilmente podría ser de otra manera. Sin la libertad de asociación política, esto es, sin la existencia de los partidos no puede haber democracia auténtica, o lo que es igual, democracia pluralista. Sin unos partidos estables, es decir, socialmente arraigados y con el grado suficiente de cohesión y disciplina interna, no cabe esperar que la democracia sea una forma de organización política eficaz. A su vez, el importante papel que los partidos desempeñan (y que constitucionalmente tienen reconocido) exige que se extreme la obligación (también impuesta por las Constituciones y la leyes más modernas) de que su estructura interna y su funcionamiento sean democráticos

Ahora bien, la democracia de partidos no debe sustituir enteramente a la democracia de ciudadanos, puesto que si así ocurriese se estaría pervirtiendo la propia democracia, en la que, como su nombre indica, es el pueblo la única fuente del poder. Los partidos cumplen una función auxiliar: son instrumentos, valiosos, por supuesto, pero sólo instrumentos de la democracia. Esta no tiene por sujetos a los partidos, sino a los ciudadanos.

También los cauces de expresión del pluralismo político pueden (y deben) expresarse por medio de grupos de opinión no partidistas: movimientos políticos independientes, agrupaciones de electores, sindicatos, asociaciones profesionales y demás formaciones colectivas que integran la diversidad de creencias e intereses que existen en una comunidad de hombres libres.

Todos estos temas, complementados con la lectura y comentario de los textos clásicos relacionados con la materia, serán el contenido de estudio de la presente asignatura, que busca la formación de profesionales con un fuerte compromiso con la democracia y sus instituciones.